El Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, conocido comúnmente como TDAH, es una de las condiciones crónicas con mayor presencia en edades tempranas del desarrollo infantil. Como especialistas, en los siguientes apartados explicaremos en qué consiste el TDAH en profundidad y cómo se manifiesta según la edad del paciente.
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Toggle¿Qué es el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)?
El TDAH se define como un trastorno del neurodesarrollo que compromete la capacidad para focalizar su atención, controlar sus impulsos y regular su comportamiento, derivando en dificultades en áreas académicas, sociales y emocionales.
Se distinguen tres tipos de manifestaciones en función de la sintomatología que presenta el niño/adolescente que lo padece:
- Predominio en hiperactividad y la impulsividad.
- Predominio en desatención.
- Una combinación de ambos.
¿Cómo impacta el TDAH en la vida cotidiana de quienes lo padecen?
Si bien el TDAH puede llegar a ser invisible a primera vista, su influencia en la vida diaria de quienes lo sufren es significativa. Este trastorno afecta a diversos ámbitos como el social (dificultad para mantener la atención en las conversaciones), el laboral (propensos a cometer errores por descuidos), el académico (mayor probabilidad de fracaso escolar) y el psicológico (baja autoestima por no ser capaz de comprender tareas complejas).

TDAH según la edad del paciente
Teniendo en cuenta que el TDAH posee un carácter crónico, se destaca una variabilidad en su manifestación que cambia en función de la etapa de desarrollo en la que se encuentre el menor. Algunos de estos matices se destacan a continuación:
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Primera infancia (0-3 años)
- Nivel de actividad anormal.
- Respuesta exagerada ante la estimulación.
- Falta de regulación emocional.
- Menor funcionamiento cognitivo.
- Irritabilidad.
- Dificultad de adaptación a rutinas.
- Problemas de sueño (patrones irregulares de respiración y ritmo cardíaco).
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Etapa preescolar (3-5 años)
- Conducta hiperactiva.
- Falta de equilibrio y coordinación.
- Primeros síntomas de falta de inhibición conductual (impulsividad).
- Menor capacidad de memoria de trabajo y vigilancia.
- Menor planificación.
- Menor flexibilidad para cambiar el foco de atención.
- Retraso en el desarrollo del lenguaje.
- Posibles problemas del habla.
- Menor comprensión de historias (relaciones causa-efecto).
- Dificultad para demorar la gratificación (posible conducta agresiva).
- Problemas para establecer y mantener relaciones sociales (juego).
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Etapa infantil (6-12 años)
- Persistencia de la conducta hiperactiva y la impulsividad.
- Déficits atencionales.
- Dificultades en lenguaje expresivo, comprensivo y pragmático.
- Menor rendimiento académico.
- Escasa implicación en las tareas.
- Posibilidad de dificultades específicas del aprendizaje.
- Menor desarrollo visomotor.
- Posibles retrasos en el crecimiento físico.
- Persistencia de déficits motores.
- Conducta social negativa.
- Menores habilidades sociales.
- Problemas emocionales (autoconcepto, autoestima).
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Adolescencia (13-17 años)
- Pérdida de la intensidad de la conducta hiperactiva (sensación de inquietud).
- Alteraciones en atención sostenida, planificación, organización, impulsividad o memoria verbal.
- Déficit en funciones cognitivas no ejecutivas.
- Interiorización de la experiencia de fracaso académico.
- Niveles más altos de estrés emocional y social.
- Autoconcepto distorsionado.
- Conducta antisocial.
- Mayor probabilidad de conductas de riesgo (por ejemplo: abuso de sustancias).

En definitiva, un buen diagnóstico temprano del Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad ayudará tanto al niño, como a su entorno, a que su desarrollo sea el mejor posible. Además, se recomienda acudir a especialistas en el ámbito clínico (psicólogo, psiquiatra, etc.) nos puedes contactar a través de nuestra página web o redes sociales (Instagram y Facebook).